Adrien Menu
ESCULTURA
Adrien Menu ha estudiado en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Dijon, en la Escuela de Bellas Artes de Buenos Aires y en la Villa Arson – Escuela Nacional de Bellas Artes de Nice, de la que se graduó en 2016.
En sus esculturas, sus primeros gestos a menudo eliminan y borran para liberar espacio-tiempo. Subsisten entonces unos fragmentos– de cuerpos, máquinas, objetos, arquitecturas –que en ocasiones parecen conectarse entre sí para crear híbridos. La inmovilidad reina, las máquinas están detenidas y surge entonces la cuestión de una producción vacía. Sin embargo, estos “cuerpos” inmóviles siguen recorridos por unas fuerzas e intenciones que desplazan la intensidad, no ya en el movimiento o en la velocidad, sino en una actividad mental implícita. Conviven el modelado, el moldeado y el objeto recuperado.
Como un virus silencioso cuyos síntomas serían retirarse y permanecer inactivo, entre las piezas se crean unos vínculos. Una contaminación que –de forma casi paradójica– remite los objetos a su dimensión fundamentalmente orgánica, enfermos pero vivos.
Su obra ha sido objeto de numerosas exposiciones: en el 109 en Marsella, en la Collection Lambert en Avignon, en la Galerie de la Marine en Nice o en la Chapelle du Carmel en Chalon-sur-Saône.
En 2016 recibió el premio a la joven creación del Ayuntamiento de Nice y, en 2017, el premio Lambert a la joven creación.
EN RESIDENCIA
En algunas de sus obras más recientes, Adrien Menu ha buscado explorar la cuestión de la figura humana. Dormidos, aburridos o a la espera de algo, los cuerpos esculpidos que nos muestra ya han dejado de “producir”. Fijados en este letargo, nos recuerdan constantemente un cierto estado de repliegue, de abandono o de ralentización, en contradicción con el ruido del mundo.
Durante su residencia en la Casa de Velázquez, se dedica plenamente a esta exploración – relativamente nueva en su producción – del cuerpo y de su representación; un punto de anclaje que le ofrece asimismo nuevas posibilidades de experimentaciones alrededor de la materia, la escala y el fragmento.
El proceso de creación de Adrien Menu se sitúa fundamentalmente como una observación de la historia del arte y de lo que ésta propone como pista de reexploración. Impregna sus obras con el tiempo, como se llena de agua una esponja, partiendo del principio de que la contemporaneidad se alimenta inexorablemente del tiempo pasado. En realidad, la primera sólo existe en referencia al segundo. Así, Adrien Menu posa sobre todo su mirada en unas obras tanto arcaicas como modernas y contemporáneas, estableciendo un juego constante de idas y venidas que extienden el tiempo y elaboran una constelación de referencias en paralelo a la búsqueda plástica.
Así, en España viene a dedicarse a estudiar obras destacadas que forman la tradición escultórica de la Península Ibérica. Movido por el deseo de confrontar visual y físicamente estas referencias, conocer su origen, analizarlas e inspirarse de ellas, parte en un primer momento al encuentro de esculturas ibéricas prerromanas. El grupo de Osuna, la Dama de Elche o la Dama de Baza –que pueden contemplarse en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid– se convierten así en el punto de partida de esta búsqueda alrededor del potencial poético y conceptual propio de la escultura antigua. En un segundo momento, Adrien Menu explora la modernidad, con el estudio de las obras realistas de Antonio García López, Julio López Hernández, Juan Muñoz o June Crespo.
Este proyecto en residencia marca así un tiempo de reflexión, de búsqueda y de exploración práctica para Adrien Menu; un tiempo durante el cual el enfoque anatómico, la cuestión realista y la intensidad de las obras se convierten en elementos centrales de la producción escultórica del artista.
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