Pauline Riveaux centra su interés en el paradigma de la ruina, y trabaja a partir de lugares y objetos abandonados. Al recopilarlos mediante la fotografía y el dibujo, ha ido creando una colección que sirve de punto de partida a su práctica pictórica, que a su vez se convierte en el punto de partida de una investigación visual más amplia que aúna tres ambiciones complementarias: un elogio a la huida, una poética de la decadencia y una búsqueda de lo sublime.

España le brinda un abundante campo de estudio, en el que se combinan ruinas históricas y contemporáneas. Las huellas de la guerra, por supuesto, pero también los esqueletos descuidados de los edificios creados por la fiebre edificadora que precedió a la crisis económica de 2008. Los cuadros de Pauline Riveaux reflejan estos paisajes desolados, dando lugar a una sensación de inquietante extrañeza con tintes futuristas y espectrales.

En otra vertiente paralela, Pauline Riveaux combina esta práctica paisajística con «retratos de objetos», según los vaya encontrando y recogiendo.  Un trabajo que se encuentra en la encrucijada de diversas prácticas, completado con diversos fondos de archivo, y que, mediante el juego de fragmentaciones, superposiciones y desdibujamientos, también propone plantear cierta arqueología poética.