Con los resultados obtenidos gracias al proyecto FFI2014-59393-P, disponemos de un conocimiento exhaustivo, actualizado y muy depurado científicamente de los materiales epigráficos de carácter funerario encontrados en Augusta Emerita. A partir de ese amplio corpus (unos 1400 epígrafes de una sola ciudad), es posible ahora realizar estudios más detallados y profundos sobre el hábito epigráfico funerario en una capital imperial a lo largo de los primeros cinco siglos de su existencia.
Por tal motivo, pretendemos ahora analizar el hábito epigráfico funerario en Augusta Emerita, abordándolo desde aspectos sociales (estructuras familiares, demografía, autorrepresentación de los distintos estratos sociales, etc.), lingüísticos (unidad y variedad del latín emeritense, usos de lenguas diferentes al latín, etc.), iconográficos y arqueológicos (lugares de hallazgo, tipologías monumentales y epigráficas, materiales y soportes), prestando especial atención a los epígrafes más paradigmáticos, en un arco temporal que abarca desde el s. I a.C. hasta el s. V d.C.
El proyecto es de gran actualidad historiográfica. La edición y sistematización de la memoria escrita tanto colectiva como individual y familiar de Augusta Emerita, supondrá un importante avance para la Historia de Roma ya que sus monumentos epigráficos y sus contextos son reveladores de las manifestaciones históricas, culturales, sociales y artísticas de un área de Hispania en el confín occidental del Imperio que adoptó los modelos de la Administración romana pero conservó de forma muy singular, la onomástica, la teonimia y la toponimia paleohispánica. No menos significativas son las inscripciones inscritas en griego de Augusta Emerita como muestra de la presencia de comunidades helenógrafas en la Antigüedad Tardía.
Una de las características que diferencia a Lusitania, y por tanto a su capital, de la Citerior es, como en la Bética, la poca antigüedad relativa del hábito epigráfico, pues hasta el momento se conocen muy pocas inscripciones anteriores a la época augústea, y en la que, además, se mantienen con mayor intensidad rasgos del sustrato anterior tanto desde el punto de vista de la onomástica personal como de la pervivencia de cultos y divinidades indígenas. Al mismo tiempo la presencia de itálicos es bastante notoria en la capital, de manera que se adoptan los nuevos modelos del hábito epigráfico, creados durante el mandato de Augusto. Las élites locales y sobre todo los libertos serán claves en la asunción de los modelos de la Urbs y su difusión. No sólo se adoptan estos en la epigrafía urbana monumental (pedestales de estatuas, monumentos honoríficos y evergéticos) sino en algunos edificios sepulcrales, espléndidos, como el mausoleo de los Voconii y otros muchos en los que gruesas placas de mármol contienen los mensajes de los difuntos. Otras placas muy finas, también de mármol, indican las sepulturas de gentes menos pudientes que se entierran en columbarios. Junto a esos tipos, a partir del siglo II se difunde otro modelo, el ara funeraria, al más puro estilo romano. Pero el monumento que destaca para los difuntos son las estelas que en sus comienzos son de granito, incluso con la indicación de la pedatura, y poco a poco adoptan el mármol. Un tipo novedoso, singular y diferencial es la estela de tipo emeritense en las que figuran los retratos del difunto y que se difunde en Mérida a partir del siglo II.
El estudio sistemático de la epigrafía permitirá quizá delimitar talleres de producción de epígrafes sobre todo las razones e influencias concretas que motivaron a una parte de la población a crear monumentos inscritos. ¿Fueron modelos traídos a Emerita por inmigrantes itálicos?. ¿Fueron evoluciones a partir de aquéllos? Como en la Bética, en la capital lusitana se produjo una evolución de la letra capital a la libraria. ¿Qué factores pudieron motivarlo? ¿Qué fenómenos lingüísticos se detectan en las inscripciones funerarias? ¿Es la onomástica un indicador de la pervivencia de estructuras indígenas?
Con el esplendor alcanzado por Augusta Emerita en época paleocristiana, y sobre todo visigoda, debido a su condición de capital de la diocesis Hispaniarum se constata una renovación en el hábito epigráfico tras la ralentización sufrida a partir del siglo III. Un grupo singular en este periodos son las inscripciones inscritas en griego que son testigo de comunidades helenógrafas. Aunque el mensaje epigráfico y sus espacios cambian, su materialización no se libera totalmente de la tradición anterior: reutilización masiva de materiales e imitatio de los modelos romanos nos lo recuerdan.
Para documentar correctamente todos estos fenómenos, la creación de la base de datos realizada gracias al proyecto FFI2014-59393-P se acredita como la herramienta de trabajo imprescindible por su exhaustividad, por su fiabilidad y por su actualidad, al tiempo que su utilización resulta muy familiar a los miembros de este equipo, pues son sus creadores.